Del romance inédito La mia vita con Francesci(ver
porqué escribo) de Alessandro Bertolini
Viajando entro en contacto con una humanidad diversa, diferentemente
educada y pruebo año tras año, mes tras mes,siempre mas desilusiones de los
comportamientos humanos.
La otra semana he caminado la entera rambla de la estaciòn con la esperanza
de encontrar un sitio libre en el tren.
Si no hubiera encontrado un asiento, habrìa esperado con paciencia el
siguiente tren. Todavìa tengo un poco de dificultad, después de una reciente
enfermedad, de viajar mas de una hora de pié. Al final habrìa cancelado mi
participaciòn a la prevista velada, dando alguna motivaciòn seria.
La gente no es educada como en un tiempo, en los trenes ocupan sitios en
espera de que lleguen sus amigos, aunque si no se podrìa y prohibe a quien
llega en horario de sentarse. La cosa increible es que casi esta forma de
hacer es tolerada por todos, ademàs hecha por todos, aunque no se deberìa,
porque no existe un reglamento ferroviario que lo consienta. Uno llega a
menospreciarse preguntanto si el sito està libre o no. Lo que no es legal se
convierte en uso consuetudinario, asì se convierte legal ocupar sitios y
negarlos a quien tiene derecho, porque ha comprado el mismo boleto. El uso
consuetudinario està en el DNA del pasajero y no sòlo en ello. No serìa
legal manchar las paredes, ensuciar las calles, tocar el clacson en la
ciudad, parquear en sitios prohibidos, superar con la lìnea continua, no
respetar los lìmites de velocidad, etc. Por uso consuetudinario cualquiera
transforma lo ilécito en lécito, y entonces ocupan con mochilas, bufandas y
guantes
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